Julio, Agosto y Septiembre de 2007
Queridos amigos (lectores de nuestras cartas misioneras):
En esta oportunidad el tenor de nuestra carta será distinta a las anteriores, pues así lo requiere la última catástrofe que azotó nuestro País, me siento en la obligación de hacerlo porque he recibido cartas y mails de parte de ustedes, lo cual les agradezco mucho. Por eso a continuación narraré con más detalle lo sucedido.
Terremoto en el Perú
Eran las 6:40 p.m. del 15 de agosto último cuando casi en todo el país del Perú se experimentó un fuerte movimiento sísmico por espacio de 2,5 minutos. Momentos después supimos que el epicentro era en Pisco, puerto situado en el litoral del Pacífico, pertenece al departamento de Ica, con 160 mil habitantes. Se produjo el movimiento a 40 Km. de profundidad, siendo a superficie de una intensidad de 8º en la escala de Richter. La ciudad quedó destruida en un 97%. Es el más grave terremoto que ha azotado al Perú en los últimos 50 años y es uno de los peores del mundo desde 1990.
Esta cruda realidad se vio ahondada porque en pleno movimiento se encendió una luz que iluminó como de día ¿producido por el choque de las placas? Acto seguido se cortó el fluido eléctrico y colapsaron las líneas telefónicas en toda la zona.
Desde el Centro de Advertencia de Tsunami de Estados Unidos, se alertó de la posibilidad de un Tsunami en la zona sur del Perú y norte de Chile. Con esta psicosis de pánico comenzó el éxodo en plena oscuridad, de miles de pisqueños hacia el Este. Esto motivó también muertos y heridos.
Las zonas aledañas a Pisco también han sido fuertemente afectadas, sobre todo Ica, Chincha y Cañete; también Yauyos, Castrovirreyna, Huaytará, parte de Lima, Junín y Ayacucho. Hasta ahora son 140 réplicas, hasta de 5º, que sacuden esta zona. Hasta el momento se sabe que fallecidos suman 513; heridos 1.042; viviendas destruidas 35.568; viviendas afectadas 4.265
Se calcula que para la reconstrucción y rehabilitación de la infraestructura dañada, se necesitaría 377 millones de dólares. El apoyo económico del exterior asciende a 38 millones de dólares.
El Secretario de Estado del Vaticano al llegar al Perú, nos trajo el mensaje de solidaridad del Santo Padre, visitó las zonas más afectadas y dijo a los damnificados: “Hay que fundar una nueva esperanza de reconstrucción moral y material” y entregó un millón de euros. Muy sentido también fue el mensaje del Presidente de la República: “... hay que tener confianza en que Dios acompaña a nuestra Patria”.
Son 42 religiosas de nuestra Congregación que pertenecen a dichas zonas y cuyos familiares en su mayoría quedaron sin casa y sin pertenencias.
El luto nos envuelve a todos los peruanos, pero en medio del dolor se yergue la maravillosa solidaridad de tantas naciones hermanas que escuchando el grito silencioso nuestro, que pide ayuda, cumple con el mandamiento de oro de Dios: “Amen al prójimo como a sí mismos”.
También fueron afectados pueblos pertenecientes a la prelatura de Cañete en donde tenemos dos centros de misiones. En uno de los pueblos en que las casas están construidas de piedra y barro se destruyeron en su mayoría pero también han sido socorridos, gracias a Dios.
Pero dentro de todo se ha visto algo muy importante como es el mantener la fe a pesar de las duras circunstancias por las que han atravesado tantas familias, han demostrados actitudes aceptando la voluntad de Dios realmente edificantes. Seguimos rezando por los damnificados y les suplicamos también sus oraciones por esta intención.
Al igual que el año pasado, en estas vacaciones nos visitaron el Padre Rafael y el seminarista Sergio desde Barcelona, estuvieron con nosotros desde el 11 al 24 de agosto. Visitaron dos centros de misiones y nuestra Casa Madre. El primer lugar visitado fue Kañaris, ubicado al norte del Perú en el Departamento de Lambayeque, Provincia de Ferreñafe. Kañaris es un distrito que a la vez es el centro de la parroquia, desde donde nuestras misioneras tienen que atender pastoralmente a 72 anexos.
El siguiente fue Chongos Alto, ubicado en la sierra central Departamento de Junín que tiene como capital de Departamento a Huancayo. Quizá les recuerde algo estos nombres porque este centro de misiones fue visitado ya el año pasado por el Padre Rafael. Visitaron dos anexos, también los mismos del año anterior que son Los Angeles y Santa Rosa de Pachacayoc.
De estos recorridos, quisiera contarles un acontecimiento pequeño, pero fue el que más me impresionó y pienso que a nuestros visitantes también les ha impactado: Fue cuando íbamos de camino desde Huancayo hasta Los Angeles, de pronto de una pendiente bajaba corriendo una niña de 7 u 8 años haciendo ademanes para hacer detener la camioneta en la que íbamos. Con sus brazos en alto, gritaba: “¡Espérate, espérate!”. Paramos. Se acercó a la camioneta con las manos juntas en actitud suplicante, y en tono insistente e implorante decía: “Madrecita, espérame para que me lleves a Ollumpo; voy solamente a Ollumpo, guardo mis pachos (así llaman a las ovejas) un ratito, espérame”. Llevaba en la mano una pequeña olla, que al asentirle que sí la esperaríamos, pero que se dé prisa, dio media vuelta para correr, luego se detuvo y regresó, nos alcanzó la ollita, diciendo: “Ténganmelo y pueden ir comiendo si quieren”. En seguida hizo señas a alguien para que se dé prisa, era otra niña de tres años, su hermanita, y le decía: "Apúrate que nos van a llevar a Ollumpo”. Tenían todas las ovejas fuera del corral. Mientras la esperábamos, abrimos la olla. Contenía dos panes de trigo muy duros y un poco de maíz cocido; todo muy frío, como la zona frígida donde vivía. Era lo que le había quedado de la comida. No pasaron ni cinco minutos; cuando miramos tenían ya todas las ovejas guardadas y aseguraban las tranqueras con mucho cuidado.
Luego vinieron hacia nosotros corriendo. Yo no salía de mi asombro al ver la responsabilidad, la rapidez, el pensar y el aplomo en el actuar de una niña tan pequeña. Tanta fue nuestra impresión que ninguno nos percatamos de tomarle alguna fotografía. Tardamos casi media hora en llegar a Ollumpo, pese a que íbamos a más velocidad, porque ya oscurecía. Cuando llegamos al pueblo donde tenían que bajar, se acercaron a la Madre que conducía y con las manitas juntas le dijeron: “¡Muchas gracias, Madrecita Elizabeth, muchas gracias Padrecito!”.
Lamentablemente en ese momento no teníamos provisiones, sólo dos chocolates que el Padre sacó del bolso y bendiciendo a las niñas, se los dio. Cada una recibió su chocolate, como si se tratara de lo más precioso que en su vida les habían regalado. Agradecieron. Unos instantes quedamos nosotros observando que se alejaban. Iban mirando su chocolate, tan embelesadas que ni veían por dónde caminaban. Hasta que se perdieron de nuestra vista. Reemprendimos la marcha, sin duda, pensando cada uno en estas niñas, como yo lo hice: Si no hubiéramos pasado por aquel lugar, esas niñas tenían que hacer el recorrido a pie y en tanto frío. ¿A qué hora llegarían? Y expuestas a la inclemencia de esas cumbres tan heladas y solitarias.
Mientras ellas se iban alejando, yo me decía: Estas niñas no tienen infancia. En otros lugares el mundo de estas pequeñas sería sólo jugar, protegidas por adultos, libres de responsabilidades como éstas, nada inherentes a su edad. Esta es la vida de los niños de nuestra sierra.
Nunca faltan en nuestras misiones dramas de una u otra forma, que no suelen suceder en la costa peruana. Son estas situaciones las que “nutren” nuestra vocación con este carisma de avocarnos a los más abandonados.
Queridos Amigos, compartiendo con ustedes una vez más nuestras vivencias, aprovecho esta oportunidad para comunicarles que en los primeros días del mes de Noviembre estaremos viajando por un mes a España para la venta de los CDs de villancicos como en años anteriores.
Que Dios bendiga copiosamente a cada uno de Ustedes, sus familias, sus intenciones, sus trabajos. Y que la Virgen Santísima los proteja en cada instante.
En Jesús Verbo y Víctima
Madre Humbelina, MJVV
Donativos: Banco Santander Central Hispano - Congregación Misioneras de Jesús Verbo y Víctima.
Queridos amigos (lectores de nuestras cartas misioneras):
En esta oportunidad el tenor de nuestra carta será distinta a las anteriores, pues así lo requiere la última catástrofe que azotó nuestro País, me siento en la obligación de hacerlo porque he recibido cartas y mails de parte de ustedes, lo cual les agradezco mucho. Por eso a continuación narraré con más detalle lo sucedido.
Terremoto en el Perú
Eran las 6:40 p.m. del 15 de agosto último cuando casi en todo el país del Perú se experimentó un fuerte movimiento sísmico por espacio de 2,5 minutos. Momentos después supimos que el epicentro era en Pisco, puerto situado en el litoral del Pacífico, pertenece al departamento de Ica, con 160 mil habitantes. Se produjo el movimiento a 40 Km. de profundidad, siendo a superficie de una intensidad de 8º en la escala de Richter. La ciudad quedó destruida en un 97%. Es el más grave terremoto que ha azotado al Perú en los últimos 50 años y es uno de los peores del mundo desde 1990.
Esta cruda realidad se vio ahondada porque en pleno movimiento se encendió una luz que iluminó como de día ¿producido por el choque de las placas? Acto seguido se cortó el fluido eléctrico y colapsaron las líneas telefónicas en toda la zona.
Desde el Centro de Advertencia de Tsunami de Estados Unidos, se alertó de la posibilidad de un Tsunami en la zona sur del Perú y norte de Chile. Con esta psicosis de pánico comenzó el éxodo en plena oscuridad, de miles de pisqueños hacia el Este. Esto motivó también muertos y heridos.
Las zonas aledañas a Pisco también han sido fuertemente afectadas, sobre todo Ica, Chincha y Cañete; también Yauyos, Castrovirreyna, Huaytará, parte de Lima, Junín y Ayacucho. Hasta ahora son 140 réplicas, hasta de 5º, que sacuden esta zona. Hasta el momento se sabe que fallecidos suman 513; heridos 1.042; viviendas destruidas 35.568; viviendas afectadas 4.265
Se calcula que para la reconstrucción y rehabilitación de la infraestructura dañada, se necesitaría 377 millones de dólares. El apoyo económico del exterior asciende a 38 millones de dólares.
El Secretario de Estado del Vaticano al llegar al Perú, nos trajo el mensaje de solidaridad del Santo Padre, visitó las zonas más afectadas y dijo a los damnificados: “Hay que fundar una nueva esperanza de reconstrucción moral y material” y entregó un millón de euros. Muy sentido también fue el mensaje del Presidente de la República: “... hay que tener confianza en que Dios acompaña a nuestra Patria”.
Son 42 religiosas de nuestra Congregación que pertenecen a dichas zonas y cuyos familiares en su mayoría quedaron sin casa y sin pertenencias.
El luto nos envuelve a todos los peruanos, pero en medio del dolor se yergue la maravillosa solidaridad de tantas naciones hermanas que escuchando el grito silencioso nuestro, que pide ayuda, cumple con el mandamiento de oro de Dios: “Amen al prójimo como a sí mismos”.
También fueron afectados pueblos pertenecientes a la prelatura de Cañete en donde tenemos dos centros de misiones. En uno de los pueblos en que las casas están construidas de piedra y barro se destruyeron en su mayoría pero también han sido socorridos, gracias a Dios.
Pero dentro de todo se ha visto algo muy importante como es el mantener la fe a pesar de las duras circunstancias por las que han atravesado tantas familias, han demostrados actitudes aceptando la voluntad de Dios realmente edificantes. Seguimos rezando por los damnificados y les suplicamos también sus oraciones por esta intención.
Al igual que el año pasado, en estas vacaciones nos visitaron el Padre Rafael y el seminarista Sergio desde Barcelona, estuvieron con nosotros desde el 11 al 24 de agosto. Visitaron dos centros de misiones y nuestra Casa Madre. El primer lugar visitado fue Kañaris, ubicado al norte del Perú en el Departamento de Lambayeque, Provincia de Ferreñafe. Kañaris es un distrito que a la vez es el centro de la parroquia, desde donde nuestras misioneras tienen que atender pastoralmente a 72 anexos.
El siguiente fue Chongos Alto, ubicado en la sierra central Departamento de Junín que tiene como capital de Departamento a Huancayo. Quizá les recuerde algo estos nombres porque este centro de misiones fue visitado ya el año pasado por el Padre Rafael. Visitaron dos anexos, también los mismos del año anterior que son Los Angeles y Santa Rosa de Pachacayoc.
De estos recorridos, quisiera contarles un acontecimiento pequeño, pero fue el que más me impresionó y pienso que a nuestros visitantes también les ha impactado: Fue cuando íbamos de camino desde Huancayo hasta Los Angeles, de pronto de una pendiente bajaba corriendo una niña de 7 u 8 años haciendo ademanes para hacer detener la camioneta en la que íbamos. Con sus brazos en alto, gritaba: “¡Espérate, espérate!”. Paramos. Se acercó a la camioneta con las manos juntas en actitud suplicante, y en tono insistente e implorante decía: “Madrecita, espérame para que me lleves a Ollumpo; voy solamente a Ollumpo, guardo mis pachos (así llaman a las ovejas) un ratito, espérame”. Llevaba en la mano una pequeña olla, que al asentirle que sí la esperaríamos, pero que se dé prisa, dio media vuelta para correr, luego se detuvo y regresó, nos alcanzó la ollita, diciendo: “Ténganmelo y pueden ir comiendo si quieren”. En seguida hizo señas a alguien para que se dé prisa, era otra niña de tres años, su hermanita, y le decía: "Apúrate que nos van a llevar a Ollumpo”. Tenían todas las ovejas fuera del corral. Mientras la esperábamos, abrimos la olla. Contenía dos panes de trigo muy duros y un poco de maíz cocido; todo muy frío, como la zona frígida donde vivía. Era lo que le había quedado de la comida. No pasaron ni cinco minutos; cuando miramos tenían ya todas las ovejas guardadas y aseguraban las tranqueras con mucho cuidado.
Luego vinieron hacia nosotros corriendo. Yo no salía de mi asombro al ver la responsabilidad, la rapidez, el pensar y el aplomo en el actuar de una niña tan pequeña. Tanta fue nuestra impresión que ninguno nos percatamos de tomarle alguna fotografía. Tardamos casi media hora en llegar a Ollumpo, pese a que íbamos a más velocidad, porque ya oscurecía. Cuando llegamos al pueblo donde tenían que bajar, se acercaron a la Madre que conducía y con las manitas juntas le dijeron: “¡Muchas gracias, Madrecita Elizabeth, muchas gracias Padrecito!”.
Lamentablemente en ese momento no teníamos provisiones, sólo dos chocolates que el Padre sacó del bolso y bendiciendo a las niñas, se los dio. Cada una recibió su chocolate, como si se tratara de lo más precioso que en su vida les habían regalado. Agradecieron. Unos instantes quedamos nosotros observando que se alejaban. Iban mirando su chocolate, tan embelesadas que ni veían por dónde caminaban. Hasta que se perdieron de nuestra vista. Reemprendimos la marcha, sin duda, pensando cada uno en estas niñas, como yo lo hice: Si no hubiéramos pasado por aquel lugar, esas niñas tenían que hacer el recorrido a pie y en tanto frío. ¿A qué hora llegarían? Y expuestas a la inclemencia de esas cumbres tan heladas y solitarias.
Mientras ellas se iban alejando, yo me decía: Estas niñas no tienen infancia. En otros lugares el mundo de estas pequeñas sería sólo jugar, protegidas por adultos, libres de responsabilidades como éstas, nada inherentes a su edad. Esta es la vida de los niños de nuestra sierra.
Nunca faltan en nuestras misiones dramas de una u otra forma, que no suelen suceder en la costa peruana. Son estas situaciones las que “nutren” nuestra vocación con este carisma de avocarnos a los más abandonados.
Queridos Amigos, compartiendo con ustedes una vez más nuestras vivencias, aprovecho esta oportunidad para comunicarles que en los primeros días del mes de Noviembre estaremos viajando por un mes a España para la venta de los CDs de villancicos como en años anteriores.
Que Dios bendiga copiosamente a cada uno de Ustedes, sus familias, sus intenciones, sus trabajos. Y que la Virgen Santísima los proteja en cada instante.
En Jesús Verbo y Víctima
Madre Humbelina, MJVV
Donativos: Banco Santander Central Hispano - Congregación Misioneras de Jesús Verbo y Víctima.
C/C: 0049.1892.62. 2310521119