Este verano el párroco de los Ángeles volverá a viajar hasta el país andino para seguir formando a jóvenes en el ámbito económico y supervisar los diversos proyectos ya iniciados en estrecha relación con las hermanas. También tiene previsto mantener contactos con algunas universidades peruanas para que colaboren en la comercialización de los productos. El reto final es crear pequeñas cooperativas y que «lo antes posible, los jóvenes emprendedores empiecen a tocar algo de dinero...»
Los primeros proyectos comerciales que empiezan a impulsarse entre las comunidades indígenas tienen que ver con el ámbito de la alimentación y del textil. Productos como la mermelada, jerséis o alfombras, de calidad óptima, son susceptibles de entrar en el mercado y abrir para estas comunidades un camino de esperanza hasta entonces inexplorado.
«Estoy convencido –asegura Méndez– de que la comercialización en Perú de estos productos puede permitirles ganarse mejor la vida.» Más a largo plazo también se podría abrir una franquicia en Barcelona, «aunque eso hoy por hoy todavía no es factible».
Junto con la formación y el acompañamiento de estas pequeñas iniciativas comerciales, desde el GAM están dispuestos también a financiar económicamente el inicio de estos proyectos. La concesión de microcréditos, al estilo de lo que sucede en otros lugares, es importante para lograr que estas personas entren en la mentalidad comercial, y ganen poco a poco en autoestima y seguridad en sí mismos.
Supervisión sobre el terreno
Para la labor de control y supervisión de estas humildes iniciativas comerciales, Mn. Rafael Méndez cuenta con las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima. Ellas, que con gran valentía están presentes en más de 30 lugares en Perú, juegan un papel importantísimo en esta aventura, sobre todo en temas logísticos, aunque sin dejar de dedicarse fundamentalmente a su misión evangelizadora.
Las religiosas conocen las comunidades indígenas y pueden llevar a cabo mejor que nadie la selección de los líderes para recibir la formación económica. En Huancayo, en Chongos Altos, en Cañaris o Piura... las misioneras actúan como enlace para que la ayuda sea más eficaz y pueda tener un efecto multiplicador.
Al mismo tiempo, el GAM no deja de ayudarlas también a ellas, tanto en la construcción de infraestructuras –iglesias, locales parroquiales, dispensarios...– como en la donación de fondos para manutención, transporte y formación. A medio y largo plazo, desde la parroquia de los Ángeles de Barcelona también se tiene previsto trabajar en la formación de las nuevas vocaciones para la evangelización, a través de la creación de seminarios académicos y lugares de culto.
La aventura misionera del GAM Perú no ha hecho más que empezar. En cuatro años, sin embargo, ya se han hecho muchas cosas. Los retos de futuro dependerán, en gran medida, de la obtención de nuevos fondos tanto de las administraciones como de las empresas privadas. Y es que en Perú sigue habiendo mucho trabajo por hacer, labor social y labor evangelizadora, las dos caras de una misma moneda cuyo fin no es otro que el bienestar integral de las personas.
Samuel Gutiérrez
Periodista
Catalunya Cristiana
Los primeros proyectos comerciales que empiezan a impulsarse entre las comunidades indígenas tienen que ver con el ámbito de la alimentación y del textil. Productos como la mermelada, jerséis o alfombras, de calidad óptima, son susceptibles de entrar en el mercado y abrir para estas comunidades un camino de esperanza hasta entonces inexplorado.
«Estoy convencido –asegura Méndez– de que la comercialización en Perú de estos productos puede permitirles ganarse mejor la vida.» Más a largo plazo también se podría abrir una franquicia en Barcelona, «aunque eso hoy por hoy todavía no es factible».
Junto con la formación y el acompañamiento de estas pequeñas iniciativas comerciales, desde el GAM están dispuestos también a financiar económicamente el inicio de estos proyectos. La concesión de microcréditos, al estilo de lo que sucede en otros lugares, es importante para lograr que estas personas entren en la mentalidad comercial, y ganen poco a poco en autoestima y seguridad en sí mismos.
Supervisión sobre el terreno
Para la labor de control y supervisión de estas humildes iniciativas comerciales, Mn. Rafael Méndez cuenta con las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima. Ellas, que con gran valentía están presentes en más de 30 lugares en Perú, juegan un papel importantísimo en esta aventura, sobre todo en temas logísticos, aunque sin dejar de dedicarse fundamentalmente a su misión evangelizadora.
Las religiosas conocen las comunidades indígenas y pueden llevar a cabo mejor que nadie la selección de los líderes para recibir la formación económica. En Huancayo, en Chongos Altos, en Cañaris o Piura... las misioneras actúan como enlace para que la ayuda sea más eficaz y pueda tener un efecto multiplicador.
Al mismo tiempo, el GAM no deja de ayudarlas también a ellas, tanto en la construcción de infraestructuras –iglesias, locales parroquiales, dispensarios...– como en la donación de fondos para manutención, transporte y formación. A medio y largo plazo, desde la parroquia de los Ángeles de Barcelona también se tiene previsto trabajar en la formación de las nuevas vocaciones para la evangelización, a través de la creación de seminarios académicos y lugares de culto.
La aventura misionera del GAM Perú no ha hecho más que empezar. En cuatro años, sin embargo, ya se han hecho muchas cosas. Los retos de futuro dependerán, en gran medida, de la obtención de nuevos fondos tanto de las administraciones como de las empresas privadas. Y es que en Perú sigue habiendo mucho trabajo por hacer, labor social y labor evangelizadora, las dos caras de una misma moneda cuyo fin no es otro que el bienestar integral de las personas.
Samuel Gutiérrez
Periodista
Catalunya Cristiana